Hola, me llamo Ana y os voy a
contar una historia que no se ciertamente si era real o no pero, a mí me lo pareció...
Creo que todo comenzó en un bosque
que hay cerca de mi casa y conozco como
la palma de mi mano, desde pequeña me había gustado pasear por allí pero aún más me
gustaba nadar en el “gran lago” como le llamaban.
Un día caluroso fui a darme un baño como hacia habitualmente. Me había
alejado más de lo normal de la orilla para bucear un poco, en una de las
inmersiones vi un destello de lo que parecía una piedra al darle el reflejo de
la luz de sol. Subí a la superficie para coger aire y volver a sumergirme para
poder coger la piedra. Fui hasta la orilla con alguna dificultad por el peso de
esta, le quite toda la suciedad y algas, lo que descubrí que la piedra tenía
unos extraños gravados por eso decidí guardarlo en mi mochila, algo me decía
que ese día lo iba a recordar para siempre.
Llegue a casa sobre las ocho de la noche, mi madre estaba cocinando, olía
delicioso. Subí a mi habitación para hacer los deberes que se me olvidaron
hacer. Deje la mochila sobre el escritorio y me puse hacer los deberes, al poco
rato mi madre me llamo para cenar. Cuando volví a la habitación vi como mi mochila
brillaba con un azul intenso, la abrí, era la piedra estaba brillando. Me pareció
muy extraño asique lo escondí debajo de la cama, por si mi madre entraba.
Por la mañana me quede dormida y tuve que salir corriendo con la bici lo más
rápido que puede, al fin y al cabo llegue a tiempo y pase un día normal de
instituto como cualquiera.
Al llegar a la Puerta de casa vi una sombra, me asuste, pensando que era un
ladrón o algún animal salvaje. Antes de entrar cogí el de béisbol que tenía en la
caseta donde guardamos las herramientas. Entre a casa con cuidado, estaba todo
destrozado: el sofá, los cojines, los muebles, ¡las paredes! No entendía quien
o que podía haber hecho semejante destrozo, seguí el rastro de los destrozos
que iban de menor a mayor como si el sujeto que hizo esto se hubiese cansado.
El rostro llegaba hasta mi cuarto donde había una especie de gato-iguana-murciélago,
acurrucado en la mochila donde tenía la piedra, no me hacía falta ser Herlock
Holmes para deducir que la “piedra” no era una piedra si no un huevo que supongo
hice eclosionar con la luz de la lámpara.
Me quede mirándolo fijamente me daba tranquilidad a la vez curiosidad. De repente abrió un ojo, tenía
unos ojos grandes de color naranja intenso, con un brillo que parecían de
cristal, me que hipnotizada con esos ojos
y al parecer tan poco le
incomodaba mi atenta mirada, se levantó poco a poco, como si fuera un gato se
estiro y se acercó a mí, yo me asuste y me caí de culo,(el pequeño o pequeña Yami
le puse ese nombre porque en japonés se traducía al diminutivo de oscuridad que
correspondía a su pelaje) él también se asustó y empezó a correr en círculos
por las paredes mientras empezaba a desplegar las alas, estuvo volando un rato
sobresaltado mientras que yo intentaba tranquilizarlo, al fin, con éxito hice
que se detuviera en la lámpara , se me quedo mirando fijamente y escuche una
voz muy dulce y melodiosa que me decía:
-¡Tengo hambre, tengo hambre, tengo hambre!
Mire a mi alrededor para descubrir de donde venía esa voz en cuanto la volví
a escuchar
-¡Ey! Soy yo quien te llama y ¡tengo
hambre!
Centre la mirada en aquella criatura y reaccione. Fui corriendo a la
destrozada cocina, abrí la nevera y cogí
un poco de todo, lo subí lo más rápido que pude. Bajo de la lámpara en la que
estaba posado con un salto con el que aterrizo con una delicadeza y elegancia
similar a la de los gatos.
Solo se comió el pescado, pero había poco así que lo lleve al lago, al llegar le cambio la expresión de los ojos.
Salto de mi obro en el que iba y corrió hacia el agua donde me percate de que al tocar el agua, Yami empezó a
brillarle la cola junto a las patas traseras y le desaparecieran las alas para
convertirse en una cola musculosa con forma de aleta para nadar. Se sumergió en
el agua y no le vi salir en unos 15 minutos, yo ya empezaba preocuparme…
Mis preocupaciones desaparecieron al poco tiempo al verle con un montón de
pescado en la boca que engullo enseguida que toco tierra y cambio de forma, me
lo que de mirando absorta por la impresión, me termino contestando con un poco
de bordaría a mi mirada:
-¡Que! ¿No has visto nunca comer a un dragón?
Estuvimos hablando todo el camino hasta llegar a casa, me contó muchas cosas
como: que tenía aproximadamente mas de 3.500 años, que lo petrifico su madre
para protegerlo de los caza dragones de su época, que ha estado en esta forma
por culpa de la baja temperatura del lago y que gracias a mí y a la temperatura
que le había proporcionado la lámpara o como él lo llamaba “pequeño sol móvil”
y que era macho.
Al llegar a casa me encontré con mi madre que estaba con un estado de ánimo
entre preocupada, asustada, cabreada y confusa.
Susurre a Yami que subiera al cuarto por la ventana para que mi madre no lo
viera.
Al verme mi madre me abrazo llorando y tartamudeando gracias a dios una y
otra vez. La tranquilice como pude y le conté
que había visto a una pareja de oso salir de casa y que yo me había ido a la
caseta del árbol, al lado del lago. Entremos en casa, mi madre no paraba de
llorar por todo el desastre ocurrido y por
qué la casa no tenía seguro que amortiguara los gastos de las restauraciones,
por suerte aún era habitable. Nos quedemos asta tarde limpiando un poco y recogiendo
todos los destrozos de Yami. En cuanto conseguimos terminar me fui a dormir
donde me encontré con Yami ocupando la cama, se veía muy tranquilo durmiendo,
hice lo imposible para no molestarle y acostarme a su lado él se dio cuenta y se acurruco más apegado a mi como acto de
afecto.
Al despertar por la mañana, Yami ya no estaba pero aún se sentía la calor de las sabanas. Me
acerque a las ventana para ver si lo podía ver pescar, me lo quede mirando
durante un rato, pero solo conseguí ver algún que otro salto, cuando me quise
dar cuenta ya eran las ¡7:37! Me tenía que dar prisa si quería llegar a l
instituto a tiempo.
Al volver del instituto subí a mi habitación, encontré a Yami con un tamaño
bastante más grande que el del día anterior, cuando le iba a preguntar el como había
crecido tan rápido escuche el ruido del pomo de la puerta de abajo que chirriaba
un poco, era mi madre, con el nuevo tamaño de Yami tuve que sacarlo por la
ventana con las prisas se atascó, hicimos todos los esfuerzos por sacarlo pero mi madre, nos descubrió, no tuve más remedio
que explicarle todo y que era Yami. Mi madre, no quería a un dragón en casa,
que sería peligroso, pero con un tiempo pude convencer a mi madre o eso parecía...
Al día siguiente, al volver del instituto escuche el pensamiento de Yami pidiéndome
ayuda, contándome donde estaba y que unos hombre extraños le estaba haciendo
daño. Fui lo mas rápido que pude, salte sobre las espaldas de unos de ellos
para que Yami pudiera escapar, el entendió mis actos y huyo, en cuanto ya no lo
alcanzaba con la vista, baje de sus espaldas y eche a correr, no mire hacia dónde
y me caí por un barranco, lo siguiente que recuerdo fue que estaba en un
hospital con mi madre sujetándome la mano, explicándome lo que me había pasado
pero en ningún momento me menciono a Yami... Ya empezaba a pensar que todo había
sido un sueño que tuve durante los 3 días que estuve inconsciente.
Ya habían pasado 2 días que me desperté, en plena noche escuche lo que me
parecía una voz tan dulce y melodiosa como la del sujeto dragón de mi ‘’sueño’’,
que me decía:
-Me alegro que estés bien... gracias por salvarme...
Mire rápidamente hacia la ventana,
donde vi esos peculiares ojos naranjas intensos y de brillo cristalino, me levante
corriendo a asomarme por la ventana pero ya no había nada y estaba empezando a
pensar que toda esta historia era producto de mi imaginación, o no...